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NOCHE OSCURA DEL CUERPO

Ayuntamiento de Málaga, Col. Ancha del Carmen.

AMOR EN ALTA MAR (sobre Noche oscura del cuerpo de Morales Lomas)Carlos Benítez Villodres.  

“Noche oscura del cuerpo” es un poemario excelente que su autor dedica “A la mujer, única, plena, constante”. La lectura de esta obra deleitará tanto al hombre como a la mujer, ya que ambos seres, además de complementarse, de formar un todo, son la fuente inagotable de la vida, del amor, de la alegría, del placer, de la entrega generosa… Amar a una mujer que cada día se afana en ser más mujer es el tesoro más valioso que un hombre puede encontrar en la vida, por consiguiente “mostradme al hombre que diga algo contra las mujeres como tales mujeres, manifiesta Dickens, y declararé solemnemente que no es hombre”. Desde que el tiempo es tiempo, los poetas han escrito y hablado del amor. Ciertamente este libro es un bellísimo canto a la mujer y al amor.. Un canto a la vida con una potencia lírica sorprendente, repleto de imágenes perfectamente formadas; de una musicalidad que seduce, que impresiona; de un lenguaje diferente, mágico, en el que predomina la luz y la estética y la profundidad dotadas de una capacidad productora de efectos vitales para el ser humano.

La poética del profesor Morales Lomas se identifica plenamente, según mi criterio, con la de Octavio Paz. Los temas predilectos del autor de “¡No pasarán!” (el ser humano, el amor, la vida, la soledad y la muerte) se vierten en una expresión luminosa, vibrante, de gran riqueza indagatoria y renovadora. Cuando al poeta mexicano, galardonado con los premios Cervantes (1981) y Nobel de Literatura (1990), un periodista le preguntó: “¿Qué pretende el poeta cuando expresa su experiencia?”, contestó sin titubeos ni opacidades: “La poesía ha dicho Rimbaud, quiere cambiar la vida. No piensa embellecerla como piensan los estetas y los literatos, ni hacerla más justa o buena, como sueñan los moralistas. Mediante la palabra, mediante la expresión de su experiencia, procura hacer sagrado al mundo; con la palabra consagra la experiencia de los hombres y las relaciones entre el hombre y el mundo, entre el hombre y la mujer, entre el hombre y su propia conciencia. No pretende hermosear, santificar o idealizar lo que toca, sino volverlo sagrado. Por eso no es moral o inmoral; justa o injusta; falsa o verdadera, hermosa o fea. Es simplemente poesía de soledad o de comunión. Porque la poesía que es un testimonio del éxtasis, del amor dichoso, también lo es de la desesperación. Y tanto como un ruego puede ser una blasfemia”.

Morales Lomas funda su credo poético a partir de sus inagotables manantiales anímicos que enriquecen sus campos de sentimientos, de valores, de experiencias… en ávido contacto con sus congéneres, con la naturaleza y con la presencia de las cosas, que expresa en su relación con su propia intimidad. Por ello, la poesía del poeta jienense, afincado en Málaga, se despliega en amplios modelos formales de tejido comunicativo, los cuales avanzan rápidamente hacia el lector y con el tiempo en distintos procesos de creación muy positivos. Ciertamente en “La noche oscura del cuerpo”, su autor mantiene la disciplina que exige el seguir una serie de ideas, en perfecta comunión, hasta la finalización de la obra, forjando y conduciendo cada uno de estos ingenios hasta el límite deseado, pero sin dar ninguno de ellos por cerrado.

Para el poeta Morales Lomas el amor es el sentimiento intenso del ser humano más sublime. Cualquier persona es insuficiente por naturaleza. Por ello, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser que naturalmente la atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, la completa, alegra y da energía para vivir en plenitud. De estas palabras se deduce que “el amor, expresa Charles Baudelaire, es la necesidad de salir de uno mismo”.

El amor es el alma de la creación y la sensación más maravillosa que puede apoderarse de nuestros sentidos; es poder y es también magia. Mil y un epítetos no han podido describirlo con justicia, a pesar de ser reconocido como el sentimiento más noble que el ser humano puede atesorar. Se vive por amor, se muere por amor, y hasta se mata por amor. “No existe nada más allá del amor, / Ni el vacío del infinito, / Ni la soledad compartida, / Ni los secretos ardientes. / La mujer es entonces / un carbón de sangre, / un nacimiento de pinos y espesuras / yacijas que retienen por un momento / la claridad del universo. / Sólo el sonido de la piedra / Puede apagar tanto amor, / Pero el agua callada nos va meciendo / mientras el infinito nos conduce”. // (Del poema “Más allá del amor”, p. 25).

Al hurgar en el poema – que, precisamente, da título a la obra – hasta su fondo más hondo, sentí palpitar en mí el corazón de su creador. En él el poeta nos lleva desde la soledad, desde la añoranza, por el camino del deseo y la imaginación siempre vivificantes, hasta la esperanza de quien busca lo que ansía poseer. (“Había un bosque olvidado en las sábanas. / Solo en medio de la sobria nostalgia / que produce el olvido. / (…) Y me llegó la aulaga de su luz / Como un aullido de frutas maduras, / El despertar de su rostro de azúcar, / (…) Supe del negro rostro de la vida, / De la savia de sus campos en flor, / De la música suave, / De sus címbanos que al cielo imitan. / Dormir quise en sus anchas / radas protegidas por el fanal / del cuerpo y los encajes de la espuma, / (…) Paciente buscador / Del tesoro que custodian tus piernas”. // (pp. 54 y 55).

Poetas y escritores y artistas…han hecho al amor protagonista de sus obras. Amores clásicos han sido los de Paris y Helena (por cuya belleza se luchó durante 10 años la guerra de Troya, cantada por Homero); el de Marco Antonio y Cleopatra (cuya pasión truncó el imperio romano) o el de Romeo y Julieta, los célebres personajes de la tragedia de Shakespeare. Romeo y Julieta continuarán encarnándose en cualquier lugar del mundo, en cualquier condición, sin importar la edad o el color. Porque la necesidad de amar es más fuerte que cualquier obstáculo. Otros autores, como Omar Khayam, C. P. Cavafy, Federico García Lorca o Pablo Neruda han entendido que el amor es lo único que prevalece ante la trivialidad de la vida. Lo cantaron cuando lo tuvieron, y lo lloraron cuando lo perdieron. “A este lado del corazón amanece / Y el mar todavía nos une. / (…) Tus brazos me acogen / Como el aliento de un recién nacido. / Y soy el pebetero que recoge el vino / De tus labios, el río de tu interior. / (…) Velo la noche, / Nocturno el aliento, / Me rinden tu jardín en penumbra / Y el aroma que despliega”. // (Del poema “Mar adentro”, pp. 118 y 119).

“Noche oscura del cuerpo” forma un todo compacto, indiviso, porque el tema tratado así lo requiere y por el hilo conductor que une a la perfección los 74 poemas que componen la obra. De estos 74 poemas, 36 son monoestróficos y 38 poliestróficos (las estrofas heterométricas predominan, con un elevado porcentaje, sobre las isométricas). El léxico que usa el profesor Morales Lomas es de una riqueza abrumadora. En las distintas estrofas de los poemas poliestróficos, abundan, con creces, los versos blancos libres sobre los blancos sueltos. Lo mismo sucede en los poemas monoestróficos. En cuanto a la métrica, tanto en unos como en otros, prevalecen los versos simples de arte mayor – fundamentalmente los endecasílabos -, sobre los de arte menor – imperan los heptasílabos -, y sobre los de más de 14 sílabas.

Para no extenderme más en este comentario-crítico sobre el libro “Noche oscura del cuerpo”, referiré que el poeta Morales Lomas emplea, con la sapiencia lingüística y literaria que lo caracteriza, abundantes recursos expresivos, sobresaliendo los encuadrados en el plano léxico-semántico, y los del morfosintáctico sobre los fónicos. “Este amor de nosotros / lo queremos risueño, / como ventana abierta que despide / lo efímero y divino conjugado”. // (Del poema “Este amor de nosotros”, p. 145).

Francisco Morales Lomas, Campillo de Arenas (Jaén), 1957. Poeta, narrador, dramaturgo, ensayista, columnista y crítico literario. Doctor en Filología Hispánica. Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras. Profesor de la Universidad de Málaga y catedrático de Lengua y Literatura Españolas. Especialista en la lírica de Valle-Inclán. Ha realizado también estudios de francés en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha ejercido su actividad docente en universidades de Granada, Barcelona y Polonia. Es presidente de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios.

En poesía ha publicado más de una docena de libros. Ha sido traducido al francés y al polaco. Como novelista, dramaturgo y ensayista tiene también en su haber bibliográfico varias obras.

Desde hace años ejerce el periodismo, y sus artículos han visto la luz en diversos medios de comunicación: Diario Sol de Málaga, Diario 16 de Málaga, La Gaceta de Málaga, Diario Sur…, colaborando actualmente como columnista fijo en el Diario Málaga y como crítico literario en el Suplemento Cultural Digital (“Papel Literario”), siendo miembro de su equipo de redacción. También escribe en periódicos y revistas especializadas sobre crítica literaria, narrativa, teatro, lírica actual… Es miembro de la Asociación Colegial de Escritores, del Consejo de Redacción de la Revista Canente, de C.E.D.R.O., Asesor del Centro de Estudios Andaluces de Málaga.

Está en posesión del Premio de Teatro Doña Mencía de Salcedo (2003), del Premio de Periodismo “Censos 2001” del Ministerio de Economía y Hacienda, del Premio de Investigación Joaquín Guichot, otorgado por la Junta de Andalucía. Fue Finalista de los Premios Nacional de la Crítica (1998), (1999), (2002) y del Premio Andalucía de la Crítica (1998).

 

SELECCIÓN DE POEMAS

Surge de pronto una alegría

Alta, un extenso celaje

De carne y ojos que me miran.

En medio del camino

Oigo venir al amor

Como un pálpito,

Como un abrazo,

El suave roce de la llama.

Desde la vida sube,

Desde una tarde de vacaciones

Y miradas que se cruzan.

Sólo entonces conozco

El ruido del planeta

Y su algarabía.

La siento como un triunfo.

El azar de lo eterno.

La respuesta de la luz.

Un abril de jardines.

Mía y única,

Recién hallada y nueva,

El agua que eleva mi alma.

Huellas va dejando el temporal

A la altura de tu pubis,

Linfas del arroyo en que me he convertido,

Dedos que son como incendios

Que crepitan en la llama del deseo,

Remos que se clavan en la mar de tu piel,

Río de sangre que se incendia y vuela.

 

Huellas va dejando el temporal

Y labios perfumados a la búsqueda

De ese pecho tuyo que es el refugio

Del amor más rutilante.

Queridos labios que sois la mano

De mis sentimientos,

Sangrientos y humanos en mi vientre,

Surtidores que lloran de placer,

Quién puede olvidar vuestro maná,

El rumor placentero que va surcando

los arrecifes de mis rodillas.

Huellas va dejando el temporal

En el pubis donde ahora brota la hierba,

Se desmayan  tronchados mis labios y tus labios

En la fugacidad de nuestras carnes

Y presos de las venas sucumben

sedientos de agua enamorada.

Había un cielo olvidado en las sábanas.

Sólo en medio de la sobria nostalgia

que produce el olvido.

Eterna ausencia que se desvanece,

Gruta de vientos y mareas huecas,

Soplo de la noche oscura del cuerpo,

Jardín secreto poblado de plantas,

Cuna de las huellas de la pasión.

 

Y me llegó la aulaga de su luz

Como un aullido de frutas maduras,

El despertar de su rostro de azúcar,

El abismo de sus acantilados

De seda y algas marinas.

 

Supe del  negro rostro de la vida,

De la savia de sus campos en flor,

De la música suave,

De sus címbanos que al cielo imitan.

 

Dormir quise en sus anchas

Radas protegidas por el fanal

Del cuerpo y los encajes de la espuma,

Contumaz barquero que se alimenta

De sabrosas sedas humedecidas,

Paciente buscador

Del tesoro que custodian tus piernas.

 

Ahora sientes cómo la vida

Se va haciendo espesa

Entre las cuatro paredes

Que sólo conocen el goce de ti.

 

Y es un misterio que nuestros cuerpos

obsesos se beban uno a otro

Como si se alimentaran de la eternidad.

 

Sólo dos cuerpos que comparten

La soledad de la primavera,

Una soledad que nos va ocupando

Como en aquel cuento de Cortázar.

 

Cuerpos que despiden el olor

De los almendros, que desde la ventana

Nos dicen que nuestro amor

También puede ser una espesura

De lebreles que se cazan uno a otro

E intentan olvidar la noche que los conmina.

 

Imagínate tú y yo hablándonos con los dedos,

Bebiendo en pequeños sorbos nuestros ojos,

Que sólo ven el resplandor de la aurora.

 

Revolcados en el césped de las sábanas

Parecemos dos dioses tendidos al sol

De nuestras caricias, dos furtivos

Que leen un libro antiguo, el libro

De las pieles, el libro de los labios

Que invocan la servidumbre de amar.

 

Te llevaré a la cama,

Como el que persigue el mar

Desde la ribera y en él deposita las reliquias

Que le ha dado la vida.

 

Y debe ser como tú,

Un cuerpo desnudo que zozobra,

Que jadea, que suda el amor por cada gozne.

Debe ser la vida tu sexo abierto

Y caliente, la fragua de tu tiempo,

El peso de los enigmas que te ocupan,

El deseo de encontrar la felicidad

Entre historias proscritas.

 

Pocas cosas hay tan profundas

Como el vértigo de tus labios

O los aullidos de tu pubis

Que suben al cielo en grandes oleadas.

 

Dulces piernas,

Rituales piernas que me ayudan

A encontrar la lujuria,

Esa prolongación del sueño de estar vivos.

 

Hoy he venido a tu ciudad,

A tus avenidas de árboles frutales,

A tus remansos, a tus jardines

Primaverales y me siento agua serena,

Cubierta de pinares y de caricias.

 

Estoy condenado a ser Urwa ibn Hizam al-´Udri

Y quemar mi vida detrás del perfume que dejas

Cuando pasas. Perdido en el deseo como una maraña

Que se apodera de mi vida.

Condenado a mirar el cielo por si coincidiera contigo.

Avergonzado de acercarme a hurtadillas hacia  ti,

bebiéndome tu boca en la soledad de un cuarto

Cubierto de libros y la aureola de un amor

Que nunca olvidaremos.

Dime por qué te siento tan lejos,

Como agua turbia que va hurtando

El éxtasis de una tarde que no acaba nunca.

Ojalá supiese aspirar la semilla de tus labios,

Ojalá tu saliva fuera el barco que nos transportara

A los parajes donde compartiéramos el paraíso.

Pero mi corazón es un tiovivo que te rodea,

Una madeja ahoga este corazón débil.

Me veo muriendo, derramado tu silencio.

Mejor es morir de silencios que de palabras,

En la esquina de un cuarto oscuro olvidado,

Igual que las sombras del Erebo.

Mi mundo es una mujer

Que espesa la noche y me ofrece sus encinas,

Su corazón abierto y despejado

Que estrangulo a cada instante.

Pobre Urwa ibn Hizam al-´Udri,

Condenado al murmullo de unas medias

Que van bajando sinuosamente,

Al olor a almendros de un pubis

Que se desvanece en la aurora,

Al brillo de un paisaje que no puede

Beberlo sin que el alma se conmueva.

Hoy vivo en tu garganta,

En el ruido de tus labios,

En el zumo de tus amaneceres,

En el incendio de tus manos.

Amor, tu nombre está todavía sin crear,

Es como una eterna espera que va naciendo,

El caudal de la sangre y la simiente,

El soplo primigenio de Dios.